17 septiembre 2007

el niño-futbol


Dicen que el subconsciente se puede manipular fácilmente, que, como no razona, puede ser convencido con simpleza, pero a mí no me da muchos resultados.

Quizás sea chocante hablar de mí mismo, pero es que en mi vida -apenas corta- he encontrado una situación de lucha que constantemente aparece y vuelve a germinar, en donde, por más que me digo a mí mismo: "tú puedes", "ánimo", "sal, sal, eres bueno" y otras frases del estilo, jamás he logrado controlar el subconsciente. Se trata del deporte y el ejercicio físico.

Desde pequeño fui un niño de televisor. "¡Vamos a jugar fut afuera!", me decía en ese entonces mi hermano mayor, y yo respondía "¿qué tal si después?" o "ahí voy...". Eran siempre ahí voy's mexicanescos que nunca llegaban. Ahora que lo pienso, yo creo que eso provocó muchos de los conflictos entre él y yo. Tampoco es que él fuera muy futbolista, más bien es también pasivo, pero bueno, siempre el fut es motor -¡eso dicen!

El hecho es que llegó el momento de escoger un deporte en el colegio: ¿fut o básquet? ¡Uy!, pequeño dilema. No lo sé. No lo sé. "¿Debo escoger algo?" Y fui a dar al atletismo los primeros años: ABURRIDÍSIMO.

La solución fue de hecho el futbol. "Vamos a intentarle -dije seguramente-, tampoco soy un tronco". "Okey, te tocó en la blanca", me dijo el primer entrenador de futbol. Odiados todos ellos, por cierto. Detrás de la puerta de mi cuarto pegué todas las fotografías de mis entrenadores. Todos terminaron con cuernos y cola, bigotes, etc. Lo cierto es que no me acuerdo de un instante de futbol, aunque sé que tuve hasta tachones y espinilleras, que ahora mismo no sabría ni cómo ponerme.

De ahí siguió el básquet... "vamos a ver qué pasa". No sé si Trini fue mi primer entrenador, pero es del que me acuerdo: la pesadilla en persona, el demonio, ¡mal! Tampoco fue la solución. Recuerdo algunos partidos y cómo la pelota siempre se me iba de las manos.

Así fue como en la prepa caí en la "escuelita deportiva", que era de todo, más acondicionamiento físico. Eso no estuvo tan mal. Hasta llegó un punto en donde me sentí deportivo. Pero esa época se acabó cuando intenté la opción de las cartas y el gimnasio. Fue sencillo: imprimí las cartas de todo el año y el día de mi inscripción se las llevé al entrenador; me las firmó todas; las entregué en el departamento de actividades extra curriculares de la prepa; fui los primeros días a entrenar; pasaron las semanas; terminé yendo sólo el primer mes (que no solo el primer mes: iba con un amigo). Solución al problema.

En fin... esta semana tuve oportunidades de volver a la cancha... ¡nada!, preferí de nuevo la música.

12 septiembre 2007

Sesenta grados: sería natural...

La piel de un elefante africano al sol, es una pobre aproximación a la manera en que los días en Monterrey han sido. Jorge Campos -no el futbolista-, dice que no ha hecho calor, pero mis propios poros están ya hartos de generar (¿lo generan?) sudor.

Algunos otros me culpan a mí de calouriento, fruto de un medicamento contra la alergia que padezco a Monterrey. Yo creo que es algo que, hasta cierto punto, puede ser objetivo: chequen los termómetros, ¡aquí estamos seguros del calentamiento global!

Y lo peor es que la pobreza, buena y bella en veces, no nos deja remedio: no hay clima, no hay alberca, no hay ropa de alta calidad transpiratoria- transpirativa- transpiracional. No hay carro* y hay qué caminar: ¿y luego?

*(lo de no hay carro es medio-falso, la verdad es que me muevo en raids y aventones)

Por otro lado, mis días los paso en su mayor parte en la UDEM, mi universidad -la mejor-. Allí corre el viento fuerte. Allí, aunque los días siguen estando soleados, se siente el respirar de las montañas. Allí, la gente le hace agradable a uno el calor.

Mi madre cuenta una historia divertida -no tanto para ella, sino para nuestro propósito- en la cual se cayó por las escaleras de dicha universidad y en donde, tras el grito de auxilio, llegó una amable niña-UDEM: "¿la levanto señora?, ¿se siente bien?, deje la llevo hasta su carro (coche, pa' los chilangos)". ¡En fin! Esas experiencias sólo se viven en la UDEM.

Es verdad, Monterrey es un sitio agradable para las Olimpiadas y para el Forum, ¿tú qué dices Cheve? Las cervezas también son buenas.

Gente agradable, trato soleado, piel de elefante... sesenta grados: sería natural.

10 septiembre 2007

Y

Ayar daspartá a las saas.
Na tanáa nada an ma cabaza.
Astaba sala.
Salá da ma caarta, a ma ancantrá can qaa tada al manda habáa dasaparacada.
Sala astaba ya.
Y ta ma hablasta a las saata.
Para canfarmarma qaa nanca ma dajarás.
Y faá la áltama qaa las das dajamas.

06 septiembre 2007

era nuestra, de los nuestros... parte III del discurso

















Alvin Toffler, John Naisbitt, Yoneji Masuda, Saskia Sassen, James Martin, Manuel Castells y otros muchos, han llamado a nuestra sociedad “la sociedad de la información”. Tras muchos años, varias propuestas y diversas teorías, nos atrevemos a etiquetar a la nuestra como la “Era de la Información”.

Así reconocemos al período en el cual el movimiento de información se volvió más rápido que el movimiento físico; en donde la información se convierte en un recurso definitivo pero cada vez más efímero, ya que segundo tras segundo se genera nueva información que supera y, a veces, caduca la anterior.

La era de la información según Castells es, ante todo, un periodo histórico caracterizado por una revolución tecnológica en todos los ámbitos de la actividad humana; un sumario de metamorfosis en muchas dimensiones de la realidad en que vivimos; no es determinante de nuestro curso histórico, sino que se adapta a los países (o, más bien, cada país lo va tomando según su propia estructura).

Y, prevé Castells, si continúa su curso, comportaría la aceptación de que la propuesta según la cual la ciencia y la tecnología, utilizadas racionalmente, irán solucionando los principales problemas de la humanidad.

Así, por ejemplo, en Minority Report (el reporte o informe de las minorías), se plantea una situación en donde existe cierta tecnología que permite leer las mentes de profetas visionarios (pre-cogs). En la película, la policía es capaz de recibir la información de asesinatos con tiempo de antelación, que les permitía adelantarse a los mismos hechos y capturar a esos posibles asesinos.

Castells denomina informacional a este modelo de desarrollo, constituido por el surgimiento de un nuevo paradigma basado justamente en la tecnología de la información. Y así, como el industrialismo se orienta hacia el crecimiento económico, el informacionalismo se orienta hacia el desarrollo tecnológico, es decir, hacia la acumulación de conocimiento y hacia grados de complejidad más elevados en el procesamiento de la información.

La cuestión es si la información será capaz, alguna vez, de superar las barreras del tiempo; en donde el movimiento de la información supere la velocidad en que el mundo gira; si llegará el punto en donde la tecnología sea tan avanzada, que nos permita retar a la misma naturaleza. Eso es lo que, de fondo, plantea Minority Report. En la película vemos cómo es determinante la información al punto de anticiparse e incluso desafiar el tiempo y la propia libertad. Es claro el dilema entre la determinación que proviene de la información anticipada, y (contra) el libre albedrío.

La segunda tesis que vemos en la película es si la información puede ser del todo confiable o si, más bien, estamos confiando demasiado en ella, ¿será la solución a todos los problemas, tal y como lo plantea el informacionalismo (del que habla Castells)?