10 diciembre 2009

Oh, no... ¿no tiene título?

Vuelvo.

Me inspiran principalmente tres* cosas:

1. El olor a café de la oficina,
No sólo el de este momento específico cuando escribo -el de ahora es un café de Santo Domingo, proporcionado por un gran amigo que tiene allá sus raíces-, sino el de todos los días. Y es que me he dado cuenta que soy adicto al café -además del facebook, la buena música, las pantallas, al olor de la ropa recién lavada, las mochilas, a cantar cuando nadie me escucha, a dormir boca abajo, entre otras cosas como escribir y poner comentarios entre guiones-.

2. mi novia,
Que me insiste -casi diariamente- que vuelva. De hecho, pensándolo bien, mi novia representa a todos los lectores -los pocos o los muchos que tenga- quienes han entrado y no han encontrado respuestas en estos meses. La culpable es la soberbia de querer escribir geniales tratados de otros mundos. NO. Lo bueno del blog es que puedes escribir lo que quieras, cuando quieras, como quieras. De hecho, agradezco también la insistencia de Andrés Oliveros, de Mondoli quien, aunque ha criticado mi estilo en alguna entrada suya, es también motivo de la vuelta al mundo.

3. la película de Julia y Julieta (no me sé exactamente la traducción).
La vi la semana pasada. Ella, la cocinera moderna, abre un blog y luego se hace famosa. No lo quería decir tal cual pero me identifiqué un poco con ella. Yo no me quiero hacer famoso. Pero me gusta cómo expresan el sentimiento de escribir en un blog. Les recomiendo la película si son bloggers o cocineros. Espero que el blog no desate peleas maritales como las de ella.

*Dos comentarios:
Pienso -le he copiado a algunos intelectuales- que ennumerar a veces limita. Quizá en este caso haya más de tres razones por las cuales me he inspirado. Pero puse tres. Ahora no hay remedio. Sólo me queda volver y corregir cada vez que piense en otro motivo o dejarlo así y mentir. Bueno, ese fue el primero. Y el segundo es que odio las listas. En este caso enlisté por diversión, por -no sé- tratar de hablar en un lenguaje nuevo.

Adiós.

27 octubre 2009

"W" short film, by me

Adiós fotos en el blog

Bajé un documento recientemente (hace dos o tres semanas, quizá más). El propósito inicial era aclarar algunos asuntos de derecho (derechos) con respecto a mi labor profesional. La sorpresa fue tan grande, que se me quitaron las ganas de escribir. Sin duda es por ello por lo que no hemos visto más entradas acá. Y es que me di cuenta que, en este blog (y sólo en este blog), he sido ilegal.

He sido ilegal porque subí fotos a las cuales doy crédito, pero que no he comprado. Y bueno, no lo sabía, con lo cual me quito de culpa.

Alguna vez un amigo me hizo el comentario. Y yo le dije: "¿qué?, pero si yo no lucro con esto". "¿Y luego?", agregó, "estás aprovechándote de su arte (porque la fotografía sí que es arte), ilustrando tus historietillas con imágenes robadas".

Te preguntarás "y, sin fotos, ¿qué será de premoniciones?". ¡Pues nada! seguirá vivo.

Se me ocurren dos opciones:

1. Llenarla con mis propias fotografías (no sé que pueda suceder después de ello, quizá pierda los dos o tres (mil) fans que tengo).
ó
2. Eliminar toda ilustración y, como en un libro o como en mondoli, basarme en mis propias oraciones para cautivar (¡equis!, no sé qué pueda pasar).


15 septiembre 2009

Or are we dancer?

Nos han etiquetado los sabios modernos como la sociedad de la información, del cambio, como la sociedad post-industrial, la del internet, la posmoderna, la del conocimiento.

A mí me ha tocado vivir más bien en la sociedad del miedo. Tememos que suceda casi cualquier cosa. Tenemos miedo, por ejemplo, a quedarnos sin un cinco, a ser deportados, al qué dirán; a perder un dedo, a contraer influenza, al calentamiento global, a ser secuestrados, a que rapten a un familiar, que roben la casa; a la comida vegetal y a las grasas; a las montañas, la lluvia o los animales; a perder el trabajo, o el control, o la cordura. Le tenemos miedo al estrés.

Tenemos miedo que esté envenenada nuestra comida, que miren la clave de nuestro correo electrónico, que nos hakeen. Nos da miedo hablar de más, pero también hablar de menos; no figurar en un grupo; no ser popular; no recibir llamadas o alertas en facebook. Nos asusta la realidad y las películas, la música, el cine, la televisión, el radio.

Tememos entrar a lugares cerrados, nos asustan las arañas, el agua o lo desconocido. He escuchado gente que incluso le teme a los aliens o al chupacabras.

Nos da miedo que el internet pueda comerse la realidad, que las abejas tomen el control del planeta, que los robots tengan sentimientos, que nuestros coches hablen, que de pronto haya un huracán que termine con el planeta. Tememos el ruido y el silencio. Nos da miedo engordar. Le tenemos miedo -a veces- incluso a nuestros mejores amigos.

Nos da miedo conocernos verdaderamente y conocer a los demás. Nos da miedo amar. Nos da miedo mirar a los ojos.

Es esta sociedad, la que se queda en silencio. La que apenas mira -y con esto quiero decir: la que apenas se mira, la que apenas observa, la que apenas escucha-. Pareciera que los sentidos sólo los quiero para lo que me es placentero. Si no, los ignoro. Ignoro las señales. Ignoro a los demás.

¿De dónde surge este miedo?, ¿quién lo crea?, ¿somos nosotros mismos?

La imagen es de H. Sorensen de la colección Stone en GettyImages.



08 septiembre 2009

Lovers in Japan



Me he trabado en la nada por unos minutos antes de comenzar a escribir. Ahí (aquí) frente a la computadora tuve “un viaje”. Fui a mi sueño de hoy, que me tiene todavía angustiado. Es una especie de ansiedad ligera que invade mi subconsciente desde ese momento y de la cual no me he podido liberar.

No creo que tenga algo qué ver con el peso del trabajo, o de los exámenes o con Los Secretos de la Razón; no con mis errores pasados o la crisis, la gripa porcina o el concierto de KOL; tampoco creo que esté relacionado con el video experimental (que no es experimental) o con la BigMac que comí. No. Creo que es un simple desliz de mi imaginación o de mi creatividad. Quizá sea la falta de creatividad o la cena con queso.

Estaba en el aeropuerto (uno inventado, muy al estilo Charles de Gaulle). Me acompañaban mi familia y mi novia. Era un día nublado, con mucho trabajo y exámenes finales; uno esperanzador en el que dejaría todo aquello atrás para comenzar un viaje a tierras nuevas. Era –quizá- una premonición de una salida (desde un aeropuerto que no conocía). Iría a estudiar una maestría o algo así. Me habrían dado una beca en el extranjero.

Nos despedimos. Hubo lágrimas (y así). Y (así sin más), después de horas de filas y de papeleo, recordé que no había hecho la maleta. No llevaba conmigo nada más que un par de dólares. Y allí me desperté, pero el sueño ha continuado en mi imaginación.

Descubrí que no era yo, sino un japonés (hijo de mexicanos) que viajaba por primera vez acá desde el aeropuerto de Kansai. Era un artista que venía a exponer su trabajo y era precisamente su trabajo el que olvidaba. Era mayor que yo, tenía como 35 años; era bajo de estatura, sus ojos no estaban rasgados a la japonesa, sino a la mexicana. Le gustaba escuchar Lovers in Japan cada vez que salía de viaje. De hecho la escuchó ese día. Él sí llegó acá. Y llegó a salvo. Y, para poder traer sus obras, tuvo que tomar dos trabajos. Comenzó a dar servicios de telefonía y clases de japonés. Por la tarde pinta y vende este nuevo material anticreativo a precios bajos.

Es fecha que su obra no llega. Es fecha que no aprende español.


04 septiembre 2009

"De reojo" (2006), Betsabeé Romero



Tuve el placer de ir a Marco hace unos días. Me topé con un cuarto lleno de retrovisores de coche que reflejaban un video con carreteras fronterizas vacías y peligrosas. Pero lo mejor fue la poesía que estaba pegada a la pared con vinil.


Como la Mirada de infinitas mujeres que recorren

Diariamente trayectos peligrosos

Por ir a su trabajo,

Por ir a su escuela,

Por regresar o ir cerca de la frontera,

Como en Ciudad Juárez,

Como en Guatemala,

Chivos expiatorios de la política, del narcotráfico y de la pobreza,

Mujeres que bajan y suben de sus transportes

Mirando de reojo,

Espejeando,

Como con espejos retrovisores

De una Mirada tatuada de oraciones

Una Mirada que hemos aprendido involuntariamente

A llevar a cuestas,

Volteando incesantemente

Para ver si alguien nos sigue

Si alguien esta escondido en la parada

Si van siguiendo al colectivo

Si en el camión alguien nos mira

Espejos llenos de rezos y plegarias

De las hijas, de las madres y de todas

Las que somos y queremos.

En este transitar al sur de las fronteras.

03 septiembre 2009

worthless battles

A veces luchamos batallas muy al estilo de Sísifo. Y pasamos eternidades subiendo enormes rocas por laderas tan empinadas que, cuando estamos a punto de llegar a la cima, invariablemente, se precipitan al vacío y nos fuerzan a comenzar de nuevo.

01 septiembre 2009

De una sentada...

Les recomiendo un documental. Es breve. Les tomará unos 6 ó 7 minutos de su tiempo.

En él, el director nos presenta una composición de imágenes en blanco y negro, todas mostrando consecuencias -humanas principalmente- de la tragedia de aquel 26 de abril de 1986; historias de las víctimas del cruel suceso.

Es en definitiva un cuestionamiento a la humanidad: ¿cómo es que, como decía Hobbes, el hombre ha llegado a ser el lobo del propio hombre?, ¿en qué momento nos hemos vuelto el arma más letal de nuestra sociedad? Y debate mientras muestra niños deformes, con burbujas gigantes atadas a las cabezas o a las espaldas inocentes.

Y, aún así, esos niños no han dejado de ser niños. Y miramos sus juegos, sus alegrías, sus angustias. Las impactantes imágenes se siguen una de otra mientras el director las narra. Niños que no caminan, que comen en el suelo. “Como si fuera otra raza” –narra. La misión de estos pequeños seres humanos es, simplemente, sobrevivir.

Es una mirada menos ingenua a la realidad: en Chernobyl la cantidad de material radiactivo liberado, 500 veces mayor al de la bomba de Hiroshima, causó y sigue causando enormes enfermedades y muchas muertes. De hecho, el informe del Fórum de Chernóbil estimó que el número total de víctimas que se deberán al accidente se elevará a 4000.

Llama la atención la claridad con la que el director maneja la temática, sin pretender tomar alguna posición política. Las fotografías logran admirables contrastes que, junto con la música, comunican una tensión y una turbación interesante.

25 agosto 2009

Hormiguitas

Ahora que volvimos a clases, la ciudad es un verdadero hormiguero -al menos desde la perspectiva de Joel Sampayo o Google Earth. Y, así como las hormigas llevan en sus espaldas el peso de los granos que las alimentarán en invierno, así nosotros llevamos el peso del padecimiento que nos regaló la posmodernidad –o la modernidad-: el estrés.

Pero no quiero hablar del estrés –demasiado trillado-, ni del inicio de clases, ni de las hormigas. Quiero hablar de las enfermedades que trajimos (y contrajimos) con nosotros después de las vacaciones. Porque si bien la influenza AH1N1 parece ahora un fantasma –no lo es, créanme-, también es cierto que existen otras enfermedades veraniegas (las intoxicaciones alimentarias, diarreas, insolaciones, conjuntivitis, picaduras de insectos, infecciones de las vías respiratorias o muchas más).

Cuando pienso en estos malestares contagiosas al contacto, cuando pienso en la influenza, me imagino irremediablemente un gran juego de voto (o boto). Aquél con el que pasan –pasaban, pasábamos- las horas los infantes. Es, según mis encuestas, el tercero después de las escondidas –que es el favorito de los niños-, y el Billy bulldog -que quizá sea más local, pero no por ello menos favorito-.

Algunos niños quisieran que existiera un tapabocas a la hora del juego; algunos de nosotros desearíamos que el tapabocas fuera un verdadero protector.

¡En fin! Hablando así, se puede decir que “las traigo”, que a mí ya me tocó. No sé aún si es influenza o alguna de esas otras venganzas del verano, lo que sí sé es que comenzó el domingo en el cine y que aún hoy no termina.

También sé –acabo de hacer la cita- que el médico viene a verme. Así que, no se apuren, pronto sabremos qué fue.

Estoy preparando mi discurso inicial para el diagnóstico. Creo que comenzaré diciendo algo así: Mire doctor, empecé con un ligero dolor de garganta y un poco de sueño, que se convirtió, ese mismo día, en un cansancio autoritario. Tanto, que tuve que dormir temprano –más que lo usual-. Por la noche hubo escalofríos, sudor, molestia muscular. Amanecí sin garganta –explotó mientras dormía-, luego sólo malestar general y un poco de tos. ¿Fiebre?, no sé, ¿calentura?, creo que poca... y continuaría.

Me han preguntado varias veces si es influenza... sobretodo después de ponerlo en mi "status". Pues, a todos los que preguntaron, ya lo veremos. Por ahora lo único que quiero es terminar este juego, que ya me cansé.

Comencé diciendo que la ciudad parecía hormiguero. Y, ¿por qué no podemos, como ellas, soportar el peso de los días, de las responsabilidades, el de nuestro propio cuerpo siquiera?


La foto es de Pol Úbeda Hervas, desde Getty Images.

18 agosto 2009

diarios de ¿una pasión?

Leí de Aristóteles que el hombre bueno no sólo quiere el bien –que ya es mucho decir-, sino que también se alegra al hacer el bien.

E inmediatamente pensé en la afectividad. ¡Qué espesa es la niebla que ‘hoy día’ rodea el corazón humano! Y dijo mi interior ¡qué pobre personaje quien pretendiera echar al agua las cenizas de su fallecida afectividad!

Pues, ¿cómo puedes permitirte dejar de experimentar esa humana pasión, que por tanto tiempo fue lo que te mantuvo vivo; la que, instruida por ese "coco" que ahora es calvo, generaba esa personalidad atractiva?, ¿cómo es que te convertiste en piedra, la horrenda pesadilla de esta fábula viviente?, ¿cómo es que olvidaste la expresión de “esa alegría” de la que hablaba Aristóteles?

Me tuvieron qué repetir la noticia un par de veces. Mi cabeza estaba saturada de información. Yo le miraba fijamente, sus labios seguían moviéndose, pero sólo escuchaba un bla, bla lento y espeso. Era la grave voz de un gigante que apenas balbuceaba, como recién nacido que dice –intenta decir- sus primeras palabras.

Entrecerré los ojos. Presté más atención. Y su voz volvió: “por lo tanto creemos que…”. Me puedes decir de nuevo, -recuerdo que dije. O sea, es definitivo, -repetí. Y sí. Ya no había marcha atrás.

Y la noticia era tan boba. No sabía por qué me pegaba tanto. Me senté de nuevo frente al televisor y el tiempo se detuvo. Y descubrí los mundos y la importancia del acontecimiento.

¡Qué increíbles son las pasiones humanas!, me dije. Supuse –quizá ingenuamente- que por ser humanas son buenas, pero me regocijé porque descubrí que, entre zombies, seguía vivo.




11 agosto 2009

Memento

Algún día, ya viejos, nos sentaremos de la mano, nos miraremos uno al otro y nos contaremos anécdotas de vida en breves instantes.

Porque si la vida pasa así, si la vida sigue como va, habrá un millón de detalles qué contar. Sería absurdo mirarse de frente y no poder decir nada. Pero, ¿y si perdiéramos la capacidad de escuchar?, ¿o de hablar?, ¿si fuera cierta la leyenda de Benjamin Button?, ¿si todos rejuveneciéramos hasta convertirnos en bebés? Porque, de hecho, lo hacemos.

Ese día amaneció como cualquier otro. Estaba solo. El calor de la compañía perdió su olor repentinamente. Se sentía cansado. Parecía que todo dolía. Sentimientos encontrados mariposeaban en su espíritu.

Se intentó levantar como lo hacía el día anterior. Ya no podía. Lo más que pudo fue sentarse ayudado de un barandal que encontró por sorpresa al lado de su cama. Ya sentado, se percató de que sí había un calor, el de su propia agua menor –manera polite para decir orina. Sus manos estaban llenas de pecas; su cuerpo entero, arrugada; el pelo era ya blanco. Todo había cambiado. Esa bola de nieve pasó tan de prisa para él. Todo dolía, todo dolía.

Y, mirándose al espejo, soltó una pequeña carcajada. Ya no recordaba su rostro. Ya no recordaba su nombre, ni detalles de su vida. Ya no recordaba por qué estaba allí, ni se acordaba de los textos en italiano que recitaba todas las mañanas.

Lo sentaron en su silla y lo llevaron al baño. Tomó con esfuerzo la navaja de afeitar y comenzó a rasurarse, tal como lo hacía en aquellas épocas. Eso no se olvida. ¿Y esta desgracia?, -pensaba, ¿por qué a mí?- se decía.

Lo llevaron a la mesa. Y ahí estaba su café matutino, sus tres distintos periódicos, el platillo que sería su favorito: huevos revueltos, jugo de naranja. Y ahí estaba ella, …


La imagen es de Tim Scott, de Getty Images

28 julio 2009

Uno no se puede bañar dos veces en el mismo río



Estoy atolondrado con los últimos cambios. Disculpe usted, pero ya no me da más mi juventud. Parezco y padezco la piel de un viejo camaleón, que se ha cansado de cambiar de color. O, no sé, me siento como un parque de diversiones que se ha esforzado por seguir en pié, pero fracasa después de tantas vueltas.


No bastó con que Obama o Rodrigo Medina salieran victoriosos; no, con que tocáramos fondo como cinco veces (me refiero a la crisis económica); no bastó tampoco con la influencia, ni con la influenza; no bastó con la muerte de Farrah o Michael Jackson (ni con todos los chistes que surgieron al respecto / que en paz descansen, por cierto).


Y es que, en verano, a la gente le ha dado por cambiar. Parece cierto eso que Heráclito dijo sobre el mundo -este fuego eterno que se enciende y se extingue según medida-. (Lo digo por el cambio, no por el fuego. Aunque, con estos calores, es probable que aplique el cambio y el fuego.)


¿Qué pasa?, ¿estará de vacaciones la razón?


Yo sólo quiero improvisar un poco e ir un paso adelante; que me cedan un poco de intuición. Quiero preguntarle al mundo cuál es su medida. Y quiero que me responda.


Por ahora sólo me quedan estas premoniciones.



24 julio 2009

Crónicas de manejo en la ciudad

Hay personas que no deberían manejar. ¡Vamos a quitar permisos, a retirar licencias! Si pudiera ver por satélite las calles de nuestra ciudad, estoy seguro que percibiría el fluir de las avenidas como completamente contrario al de su misma naturaleza. Y, cuando eso sucede -dicen las estrellas y los astros-, o dejamos todos de manejar y se cierran las avenidas para siempre, o lo dejan de hacer sólo algunas personas.

Ayer cedí el paso a un viejo, por amabilidad. Luego me di cuenta que, de viejo, sólo tenía la cara. El "desgraciado" se dedicaba a transgredir a cualquier coche y poner cara de triste con el único fin de "llegar antes". No sé qué tenemos los regios. ¡No son carreritas! Viejo, si lees esto, quiero preguntarte: ¿llegaste antes?, ¿por cuántos minutos?, ¿cuántas personas recordaron a "tu madre" en el camino?

Es absurdo. Una señora iba al celular: "Comadre, no sabes quién se acaba de divorciar...". Sin querer, causó un choque múltiple entre tres autos y un camión. Lo peor es que a ella no le tocó. Mujer, si no tienes habilidad para hablar y manejar: ¡no lo hagas!

Según Jorge Domene Zambrano, director del Instituto de Control Vehicular en Nuevo León, el estado registró el año pasado el mayor número de percances viales en el país, con aproximadamente 22 mil accidentes.

Deberían, lo digo en serio, hacer un examen de habilidades motoras más que de conocimiento de las reglas de manejo. Quizás yo sería el primer afectado pero, si es por el bien de la comunidad, ¡qué mejor! Quizás, más bien, nos quitarían la licencia a todos. Y regresaríamos a las bicicletas.

Tendríamos un país más verde, estaríamos más acondicionados físicamente y el planeta entero sería más feliz; la gente sonreiría al compañero vial, más que recordar madres; dejarían de existir los antidepresivos; los niños estarían seguros, volverían a jugar en los parques; conoceríamos menos muertes por accidentes viales; y el mercado de "las bicis" crecería increíblemente.

10 julio 2009

La mujer de Abdías


Abdías también logró volver. Y no es sólo porque la gente quiere conocerlo mejor. Él mismo trae -como anexo- más material. Es como un pesado forward con presentaciones de power point -ok, es mala, la figura.

Regresó de su pueblo hace como un mes. Para los que tenían la duda -yo la tenía- sí proviene de una comunidad cercana a Axtla. El municipio de al lado.

¡En fin!, un sábado por la tarde, justo después de las cervezas con Fabián, pasé por la oficina. Tenía que ir porque había olvidado mi celular -o algo así, la memoria no me da para ser exacto. Era de noche ya -eso sí lo recuerdo. Estacioné el coche donde siempre, sobre la banqueta. La luz de la oficina estaba encendida.

Ok -me dije- pueden ser dos cosas: o se me olvidó apagarla, o alguien más está allí dentro. (Disculpen la lógica estúpida. No me suelo hablar así a mí mismo. Éste es sólo un ejercicio de redacción).

Quería abrir la puerta sigilosamente, pero la chapa está rota, por lo que fue evidentísima mi "entrada triunfal". Y allí, del otro lado, estaba él. Era Abdías. Hola -le dije- ¿qué haces acá? Se quedó como callado. No dijo nada. Y luego miro hacia la puerta del costado. La abrió y dijo "¡mira!, mi hija". Y allí estaba ella: la niña. Se trataba de una pequeña de apenas 2 meses.

"Wow" -dije- "es tu hija". No me respondió. Hizo cara de "es lo que te acabo de decir, ¿no es lógico?". Apenas pude sonreír. No por la niña, sino por la escena en general. Detrás estaban la madre y otras dos pequeñas de unos 3 y 5 años.

Le pregunté: "¿es tu esposa?, ¿son tus otras hijas?", suponiendo que me las iba a presentar. "No, no es mi esposa." -respondió. Y se quedó en silencio de nuevo. Las niñas no sonrieron. Se escondían detrás de la madre.

"No es mi esposa" -dijo. En ese momento su rostro cambió. De ser el indito ingenuo, había pasado a ser "el macho", al muy estilo mexicano. Su mirada era más grave; sus párpados aumentaron de tamaño. Parecía como si hubiera crecido unos 20 años muy de repente. Yo le acaricié el pelo -a la niña, no a Abdías- y me fui. Y le tuve miedo por primera vez -a Abdías. Y entendí la recomendación de Lanke de retirar el mazo de aquel lugar.

En el pasillo hacia las oficinas, ya había olvidado lo que iba a hacer allí. Me metí al baño. Me miré en espejo. Y noté que yo mismo había envejecido un poco también.

La foto es de GettyImages, por Mónica Rodríguez


05 julio 2009

El síndrome de la doble aparición


Más que una enfermedad o padecimiento, es un fenómeno. Le llamaré: "el síndrome de la doble aparición" (el “sda”). Ojalá se encuentre entre mi auditorio algún psicólogo, astrólogo, psiquiatra o médico general que tenga respuestas ante éste -y que "deje aquí su milagro"-; quizá José Ángel, químico respetado, pueda tener también respuestas –pon tus comentarios-. Quiero, por este medio, encontrar soluciones. Por eso vuelvo.

Y es que ya son repetidas las veces que soy víctima del “sda” en los últimos meses. Yo mismo me he recetado volver a los problemas matemáticos ante esta situación. He regresado a los libros de lógica e incluso al griego. Es la única solución que he encontrado –estaba en Yahoo! answers-.

Y ¿ya se solucionó?, ¡no! ¡Continúa! La última vez fue hace dos días, cuando apareció esa persona azarosamente por segunda ocasión. ¿Quién era? Y, ¿cómo voy a saber? Si no la conozco.

Veamos:

27 de junio –no estoy seguro de la fecha exacta, pero es lo menos importante-. Sierra Madre Brewing Co. Tomaba cervezas con un amigo. Fuimos allí porque queríamos festejar mi cumpleaños retrasadamente. No pudo ir a mi fiesta y propuso recompensarlo con una “Chipinque” –creo que así se llama la RedAle-. Platicábamos tranquilamente. Subí, de pronto la mirada y noté que alguien me observaba desde la mesa de enfrente. Me parecía conocido, de hace algunos años, pero me “sordeé”.

29 de junio -dos días después-. Recorría la ciudad con mi 206. Una mirada vuelve a llamar la atención. Se trataba del mismo sujeto, mirándome de la misma extraña manera.

Ok. No le pones atención si te pasa una sola vez. Pero ¡¿qué si tu vida de pronto se llena de esos encuentros?! Es decir, ¿cuál es la probabilidad de que dos sujetos completamente extraños se encuentren en dos sitios distintos y sin ninguna conexión entre sí?

Antes del 27, tuve un caso de “sda” con sólo horas de retraso. Me encuentro a una persona en el supermercado. Me topo con ella. Me pregunta algunos detalles de mi compra. Nos vamos. A las pocas horas estábamos los dos en una plaza de la ciudad. Dos rumbos completamente distintos. Otra mirada azarosa. Y fin.

¿Será una especie de Déjà vu?, ¿de un extraño sentido de familiaridad pero con personas específicas?, ¿me estará haciendo daño estar frente a las computadoras por más de 12 horas diarias?, ¿será problema del alcohol?, ¡son mis premoniciones de vuelta!


La imagen es de Matthias Clamer

04 junio 2009

Entre cajones y burós

Tengo un post-it en el primer cajón de mi buró. Está allí abandonado. Tiene más de 20 ideas para entradas en mi blog. Y ¡nada! Lo he dejado ahí por días. De pronto lo tomo, lo meto al bolsillo derecho de mi pantalón pero, al final del día, regresa allí: a la oscuridad de ese viejo cajón de buró.

Prometo un día de estos volver a ese buró, sacar el post-it y redactar al menos 5 de esas 20 entradas.

Por ahora me pongo a ver Esperanza Beach. Los veo.

10 mayo 2009

Ayer soñé...

Se quedaron de ver a las cuatro en punto en el Starbucks de Calzada del Valle. Llevaban más de veinte años sin verse. Rosalinda temía que el lugar fuera demasiado moderno para ellas pero -a pesar de los años- se negaba a contradecir a Georgina.

Rosalinda es de esas señoras que lloran cada vez que rezan el Padrenuestro; ésas que se pasan horas en las iglesias sobando los pies de los santos y que se persignan una y otra vez. De ésas que se conmueven sólo con ver imágenes de sus nietos; que se ponen nerviosas con el más pequeño ruido en la noche. Vive sola, pero piensa que son sus últimos años así: sospecha que sus hijos la mandarán al asilo pronto. Ya no sabe si le molesta. Prefiere eso que la soledad absoluta.

Georgina, en cambio, dirige una asociación de beneficencia. Se dedica a recoger mujeres de la calle. Pero no es como Rosalinda. Georgina se ha casado más de una vez; operado más de una docena. Es dura con todas y más consigo misma. Piensa y se viste como si tuviera 40 y tiene 68. Maneja un mercedes del año color rojo.

Rosa, no seas amargada y sal. Vive la vida, que se te acaba. Dijo una. Estoy bien, ¿tú qué sabes?, ¡hace años que no me ves! Contestó la otra. Me iré sola. Resolvió. Bueno. Nos vemos a las cuatro.

Rosalinda tomó el tapabocas que le había llevado su hija hacía una semana, encendió el coche, un malibú del ’98, y se fue. Georgina acababa de recibir su masaje semanal. Tomó su celular y le marcó a su amiga. Nada. No contestó. La otra nunca se acostumbró al móvil. Lo había dejado en su casa. Rosa escuchaba las noticias en el radio. “Influenza, influenza, influenza”. Georgina, ya sobre su coche, estornudó. No se perturbó. Se retiró los guantes para manejar, tomó un pañuelo y limpió su nariz.

Rosa llegó al café al cuarto para las cuatro. Me perturbó el intenso rosa mexicano de su falda larga. Yo la miraba desde la mesa contigua. Ella no traía puesto el tapabocas. Seguro lo olvidó en su auto. Georgina llegó unos minutos después de las cuatro. Siempre impuntual. Siempre pensó que era glamoroso llegar tarde, llamar la atención. Se saludaron de abrazo. Cualquiera que las observara, diría que se trataba de personas de dos épocas distintas. Aquella tarde hubo lágrimas, besos, risas, y hasta carcajadas.

Georgina murió dos semanas más tarde de influenza porcina. Rosalinda también. De las personas que estuvieron en ese Starbucks, más del 50% resultaron infectados; el 20% fue a dar al hospital. Ahora ellos saben que la influenza es una realidad.

Al funeral de Rosalinda acudieron más de 500 personas. Muchas lágrimas. Muchas. A Georgina no la visitó más que su antiguo amante.

Georgina y Rosalinda fueron, en mi sueño, las dos primeras muertes por influenza porcina en Monterrey.

22 abril 2009

Mein Kampf


En lo más profundo del cerebro humano –pienso- debe haber un pequeño “switch”, uno que dice: encendido. Y así comienza el día.

Según mi teoría, primero despierta la cabeza –nos damos cuenta que existimos y que somos nosotros- y luego el cuerpo.

Quizá a veces duela un poco la parte baja de la columna –allí donde se acumula el mal de nuestros días (el estrés)- y la alergia a Monterrey haya hecho de las suyas otra vez. Quizá no. Probablemente amanezca y todo esté claro; todo parezca fácil. La batalla inicial está resuelta: me puedo levantar.

A veces me quedo en la cama por unos instantes. Contemplando. A veces es el único momento del día en donde parece que todo está detenido. Y respiro profundo porque será un gran día. Y agradezco poder levantarme.

Hay días en donde salto pues, con sólo despertar, el hambre ya me invade. Entonces me dirijo a la cocina inmediatamente. Sé reconocer cuando mis padres dejaron algo preparado. El olor invade toda la casa. Otras veces el hambre no es tanta, y primero me tomo un baño, me arreglo y ya luego bajo a desayunar. Siempre desayuno.

Pero mi batalla no es despertarme o desayunar, mi batalla comienza a la hora de subir al coche. En ese momento –siempre- respiro profundamente –como un niño nervioso que se prepara para hablar en público-, enciendo el automóvil y salgo en primera. A veces –pobre de mí- dejo el freno de mano y el carro se trepa en sí mismo, no avanza. Es divertido.

Cuando es un día normal, me tropiezo con mi pesadilla en Insurgentes: los autos están parados. Las mujeres traen el espejo abierto y se maquillan frenéticamente, otras –las despreocupadas- fuman. Los hombres están irritados todos e intentan cambiarse de carril. Algunos suenan el claxon, otros hablan por celular. Yo: me sublevo y enciendo la 90.5 FM.

Y en luz verde, parece que la gente se transforma: nadie te deja pasar, todo mundo se voltea la cara porque, en el anonimato de un coche, las personalidades mutan. La muchedumbre, enmascarada, pierde su pseudo-compostura. Yo mismo no sé quién soy. Y no hago filas, y me salto los altos, y rompo las reglas de tránsito. Pareciera que, de no hacerlo, jamás llegaría a mi destino.

Hace unos días concluí que manejar en tráfico –así como el futbol- no es lo mío. Y ¡ni modo!, hay qué aceptar nuestras limitaciones. Disfruto tanto la ciudad cuando es semana santa o cuando pasan de las 11.00 pm. Cuando sea grande y pudiente –si es que no muero antes en un accidente vial- tendré un chofer personal. Y sólo manejaré en carretera. Quizá termine construyendo mi propia pista de carreras, para sentir esa adrenalina de la velocidad.

Respeto a los taxistas y a los choferes sólo por esa razón. Ellos se tragan mi pesadilla todos los días. Respeto también a aquellos que decidieron que, en un mundo más verde, todos nos moveremos en bicicletas.

La foto es de negzzz, publicada en flickr y se titula: Into the Burning Sun.

05 abril 2009

sursum corda

Hay momentos en la vida en donde el corazón nos salta. Y no me refiero a un paro cardiaco, sino a eso que algunos llaman inspiración.

Los artistas en general tienen ese objetivo: "llevarte -como dice Daniel- al sentimiento de lo sublime". No todos lo logran. Pero cuando encuentras uno que lo hace. (,,,) Quizá me he ciclado en Slumdog Millionarie, Le Scaphandre et le Papillon, y The Kite Runner. "Inspiradoras", pondría yo en sus portadas al estilo americano.

No me queda más que reproducir en mi memoria esas escenas que dan vida a la vida -valga la redundancia-. Y ahora, con la ayuda del "Internet", reproducir también en este espacio una de esas pinturas. He aquí un fragmento, pluma de Jean-Do Bauby, en Le Scaphandre et le Papillon:

"Detrás de la cortina raída, un brillo pálido anuncia el amanecer. Me duelen los talones, mi cabeza pesa una tonelada, todo mi cuerpo está atrapado en una especie de escafandra. Mi tarea actual consiste en escribir las notas del viaje inmóvil de un náufrago en las costas de la soledad.

"Originalmente, este Hospital Naval era para niños con tuberculosis. En el vestíbulo principal hay un busto de mármol blanco de la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, la madrina del hospital, que lo visitaba a menudo.

"Había una gran granja, una escuela, y un lugar en el que, según dicen, el gran Diaghilev ensayaba sus Ballets Rusos. Dicen que fue aquí que Nijinsky dio su famoso salto de tres metros en el aire.

"Ya nadie salta aquí. Ahora sólo hay ancianos y débiles, o rígidos y mudos, como yo. Un batallón de lisiados. Me gusta que me lleven a un lugar que llamo Cinecitti, una terraza desierta que da a un paisaje colmado del carisma poético y no convencional de un escenario de cine. Al pie de las dunas, algunos edificios forman un pueblo fantasma del Oeste.

"Me gusta ver los suburbios de Berck.Parecen una maqueta de tren eléctrico. Y la espuma del mar es tan blanca que parecen efectos especiales.

"Pero mi vista preferida es el faro. Alto, robusto y tranquilizador, con sus rayas rojas y blancas. Me coloco bajo su protección fraternal, que cuida no sólo a los marineros, sino a los enfermos, cuyo destino ha lanzado a los confines de la vida..."

Fue todo lo que pude conseguir. Si alguien encuentra el libro completo, que parece ser una obra de arte, por favor que me lo notifique.

03 abril 2009

Rumi poem, Kite Runner

Y vimos, entre lágrimas, Cometas en el Cielo, inspirada en el libro de Khaled Hosseini.

Una de las escenas más conmovedoras es aquella en donde, metidos en un tanque oscuro, mientras padre e hijo escapan, éste último recita el siguiente poema...

¿Quiénes somos en este mundo tan complejo?

Si acaso dormimos, somos somnolientos suyos,
Y si despertamos, estamos en sus manos.

Si llegamos a las lágrimas,
somos su nube llena de gotas de lluvia.

Y si reímos,
somos su relámpago en ese momento.

Y si nos enojamos y peleamos,
es por el reflejo de su cólera.

Si alcanzamos la paz y el perdón,
somos el reflejo de su Amor.

¿Quiénes somos en este mundo tan complejo?
...........

Traducción desde el inglés por Oscar Ramírez

30 marzo 2009

Abdías

Debido a que han preguntado, quiero escribir un poco más acerca de Abdías. ¡Cuidado!, es probable que aparezca -mientras escribo o mientras lees-. 

Como bien dije en la entrada titulada Matías, Abdías es un hombre de unos treinta años que se dedica a rellenar máquinas de snacks. Aquellas que en los 90's estuvieron de moda y ahora han pasado a la historia -las rellenan en nuestros días con útiles escolares, libros, cigarros, pañuelos desechables y hasta animales-. Mi mismo padre quiso entrar a ese nicho de mercado. Lo intentó en el liceo sin éxito y, sin perturbarse más, se echó para atrás.

Pero hablábamos de Matías. Matías anda a pié y escucha cumbia tejana. La mayor parte de las veces se le ve silbando mientras recorre Valle del Campestre de aquí para allá, buscando el momento en que una máquina se vacíe, para volver a rellenarla sin demora. En eso consiste su trabajo. Y entonces ronda las calles -y por las calles- día y noche, sin fatiga, entonando melodías en su cabeza y en su corazón. Hay quienes lo han visto al mismo tiempo, en diferentes locaciones.

Además de su mentón pronunciado, a Abdías lo reconocen por su singular sonrisa ingenua, su mirar humilde y su cabello negro; su gran carisma y sus muchas palabras. Pienso que puede ser de la Huasteca Potosina, pues sus rasgos son parecidos a los de un axtleño cualquiera. 

De lunes a viernes, usa su playera 'beige' que trae inscrita la marca de las maquinitas que rellena. MunchBox, creo que se llaman. De tanto uso, la camisa tiene algunos hoyos y machas de grasa por todos lados. Pero a Abdías no le importa. Nada parece importarle más que cumplir con su trabajo: rellenar las maquinitas a tiempo.

Quizás todos deberíamos ser como Abdías. Quizás es como un instrumento de los dioses; como un mensajero. 

Hace unos días me le quedé mirando, mientras éste catalogaba los productos. Me saludó, como si todo estuviera bien y se fue. Me puso de buen humor. 

Mientras escribo esta entrada, Abdías separa los tostitos de los rancheritos mientras escucha "los caminos de la vida" en versión banda.

25 marzo 2009

lugares

Parecería que son polos opuestos, pero encuentro similitudes entre el aeropuerto, un antro y un funeral.

Los tres son lugares de reunión. En los tres hay movimiento; un fluir de personas. En los tres, los sentimientos pueden llegar a su máxima expresión (ya sea expuestos en lágrimas, risas y hasta baile). En los tres hay abrazos (quizás manifestando cosas distintas).

En los tres, la espera es un elemento importante.

En un aeropuerto, espera el que va a salir, pero también lo hace aquél que aguarda la venida de un ser querido. Esperamos en la fila a que nos den el boleto; mientras documentamos; para que nos hagan la inspección; para subir al avión; para bajar; recoger el equipaje… esperamos llegar al lugar deseado; que estén allí esperando al llegar; dar ese abrazo; esperamos que nos reciban con alegría…

En un antro la espera es distinta. Allí esperas entrar; esperas mientras el mesero sirve las bebidas; esperas bailar; esperas ponerte o no ponerte borracho –de los antros y los borrachos quizá surja una nueva entrada. Y luego ya no esperas nada.

En un funeral, esperas que el muerto esté en el cielo. Esperas poder saludar a la familia; esperas que tu abrazo diga las palabras que no te atreviste a decir; esperas que el negro que traigas puesto no esté desteñido; esperas que tu funeral esté tan lleno como ese.

En fin, creo que no son tan distintos.

¡Hay del aquél que los quiera visitar el mismo fin!

16 marzo 2009

Matías


Autores argumentan: el nombre -el hecho de que nos llamen de un modo específico- es un rasgo naturalmente humano. No nos suena -dicen- otro ser vivo que lo haga.

Intenté buscar en mi memoria un buen ejemplo que sustentara la aseveración que recién reescribo. No pude recordar un caso en donde me haya sentido menos por ello, pero sí que me acordé de un profesor que me llamó la atención fuertemente después de unos meses en que sólo le dirigí la palabra diciéndole "oye": "oye, ¿cómo se resolvía el problema?", "oye, ¿cómo puedo mejorar esta entrada?, "oye, ¿qué día será el cierre?". Me dijo en una ocasión, frente a todo el salón, "es una falta de respeto enorme que nunca me llames por mi nombre" y continuó por unos 10 minutos justificando su enojo. Algunas comunicadoras dejaron de usar el facebook para poner un poco de atención. Fueron fuertes palabras. Un psicólogo hubiera percibido traumas infantiles.

Recordé también el caso Montoya. Este comunicador se dejó decir Montalvo durante 1 mes de clases. La maestra de legislación le llamaba erróneamente así, y él obedecía a un nombre que no era el suyo. Hasta que un día, mirando la lista de asistencia, la maestra se notaba perturbada. Le preguntamos "¿qué pasa maestra?" y nos dijo, "Nada, simplemente no lo encuentro señor Montalvo". Y Montalvo resultó ser Montoya. La maestra se sintió tan mal consigo, que a partir de entonces el tal Montoya tiene ciertos privilegios -uno de los cuales es salir a las 14, en vez de las 14.15, hora en que termina la clase. ¡Abogados!

El colmo es Matías, uno de esos personajes anónimos que rellenan las máquinas de snacks. Su verdadero nombre es Abdías, nos confesó hace unos días, pero se deja decir Matías e incluso se presenta así desde que notó "la incapacidad" de los regios de llamarle por su nombre. "Matías es más fácil. Por eso ahora soy Matías", decía con una sonrisa ingenua que a Macías y a mí nos dio lástima. "Bueno -dijo Macías- al menos así no se me olvida. Rima con mi nombre". No sé si le podré decir Matías, ahora que sé que se llama Abdías.

Hablarle a alguien por su nombre es tomártelo(la) en serio. Las madres utilizan este recurso cuando quieren regañar a sus hijos. "Oscar Manuel", me decían de pequeño, y ya sabía que venía el castigo. Uno se "siente" bien cuando le llaman por su nombre. En ese momento "significamos" algo para la persona que nos llama. Intenten, dejen de decir "wey", "oye", "cuate", "compa", "amigo", "hermano", etc. Es un buen ejercicio.

En fin, la entrada era simplemente para contar la historia de Matías. Aquél personaje (ya no es anónimo) que recorre Valle del Campestre silenciosa y sigilosamente.

03 marzo 2009

Kabul

Les traduzco el poema de Saib-e-Tabrizi.

Un fragmento aparece en Mil Soles Espléndidos, de Khaled Hosseini (autor de Cometas en el Cielo). La otra parte (que es la mayor parte) es traducción mía (muy literal y muy mala) desde el inglés.

A ver cómo lo leen. Se aceptan sugerencias.

....................

Kabul

Ah! Qué hermosa es Kabul, cercada por sus áridas montañas
Y Rosa, que envidia los rastros de espinas
Sus ráfagas de arena pican levemente mis ojos
Pero la amo, que el conocimiento y el amor mismo han nacido de este polvo

Mi canción exalta sus tulipanes grandiosos
¡Y en la belleza de sus árboles, me ruborizo!
¡Qué brillantes son los ríos de Pul-I Bastaan!
¡Que Alá proteja tal belleza del malvado ojo humano!

Khizr escogió el camino a Kabul para alcanzar el Paraíso
Pues sus montañas lo llevaron cerca de los placeres del cielo
Desde la fortaleza con extendidas paredes, un dragón de protección,
Cada piedra es más preciosa que el tesoro de Shayagan

Cada calle de Kabul es cautivadora al ojo
A través los bazares, las caravanas de Egipto pasan
Son incontables las lunas que brillan sobre sus azoteas,
O los mil soles espléndidos que se ocultan tras sus muros.

Su risa temprana disfruta el regocijo de las flores
Sus noches de oscuridad, las reflexiones de brillantes cabellos
Sus ruiseñores melódicos, con pasión cantan sus canciones
Ardientes melodías, que abandonan como encendidas, y caen a torrentes de sus gargantas

Y yo, canto en los jardines de Jahanara, de Sharbara
Y aún las trompetas de cielo envidian sus verdes pastos

Saib-e-Tabrizi
Traducción por Oscar Ramírez

01 marzo 2009

Just my imagination (Le scaphandre et le papillon)

"I decided to stop pitying myself. Other than my eye, two things aren't paralyzed, my imagination and my memory."
Jean-Dominique Bauby

25 febrero 2009

África, un sueño





"No puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados.", Adam Smith

19 febrero 2009

otra entrada sobre futbol (casi me emociona)


Es interesante cómo la aseveración 'no me gusta el futbol' caduca cada vez más. De hecho, cuando me senté a redactar esta entrada, me percaté que es de los únicos temas de los que he hablado más de dos veces (1) (2). No es casualidad.

La verdad es que este sábado, de intruso el estadio tecnológico, me picó la pasión. Y grité cada uno de los tres goles de los rayados.

Allí entendí lo que significa vivir por un equipo. De hecho, lo disfruté. Poco podía poner atención a lo que me platicaban los demás, porque mis ojos estaban en el juego. ¡Hasta me sabía los nombres de los jugadores!

Me deleité escuchando las porras y las críticas a los jugadores. "Mimo, tu mamá..." vitoreaban a Torrado porque llevaba exceso de bloqueador en la cara. "Mimo, no seas 'nena', quémate un poquito...", decían otros. Y, en medio de ese anonimato, criticaban hasta al hombre de las cervezas. "Güero, te la "!·$"!·$", "no, ma"$!"·, güero". Con decir que, cuando me cayó la cerveza al tercer gol, reí en vez de enfadarme, porque ya estaba en un ambiente "estadial" -o whatever.

Y el espectáculo de medio tiempo, no se diga. Era 14 de febrero -día del amor y la amistad- y obligaron a las parejas amarradas a hacer enormes osos. Por cierto, una mujer fue la única que metió gol.

Al final quería hasta comprarme la playera -sólo tengo la de visitante de hace como 5 temporadas-. Y regresar cada sábado que quiera divertirme un rato en el circo de los tachones amarillos.

Me pregunto cómo sería tener un equipo a nivel europeo, cómo sería ir a verlos...

11 febrero 2009

mi generación (parte ii)


Nuestra generación piensa en un futuro de paz, en donde el soporte sea la justicia social; un punto de partida. La nuestra, sueña en vivir; en amar. La nuestra es una generación de color. Es una generación que rescata la amistad. Una de ideas que se llevan a cabo, una de cambios radicales, de revoluciones científicas y de cambios de paradigma constantes.

La nuestra es la era de las comunicaciones, una en donde cada día hay nuevas formas de ponerse en contacto. La nuestra, es una sociedad de valores; una de raíces que toman nuevas posiciones y de anclajes que se levantan para depositarse en nuevos terrenos que son grandes horizontes. La nuestra es una generación que mira al futuro, que tiene los pies bien puestos en la tierra.

La nuestra es una generación que ha sufrido los ataques del narcotráfico y del terrorismo, de las armas, de las drogas, de los secuestros, del consumismo, de la pérdida del sentido; pero que se apoya en ellos como en un trampolín de gimnasia. La nuestra es una era en donde lo nuevo es un valor y lo viejo se desprecia; en donde los lazos cada vez son menos importantes. La nuestra es una generación que se comporta distinto; que mira al frente.

La nuestra es la siguiente generación.
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Los 5 top hits en Google hoy:
1. paula abdul jewelry
2. stephen fowler
3. honduras vs costa rica
4. jamar rogers
5. michael bradley

mi querido diario... ¡pobre de mi memoria!

Hoy por la mañana sonó mi celular. Era el despertador, que gritaba "ya es hora" con su melodiosa voz digital. Yo lo tomé fuertemente entre mis manos, quería despedazarlo. Lo apreté tan fuerte que, sin querer, lo apagué. Y me quedé dormido por unos instantes. De esos instantes que parecen horas; en donde los minutos transcurren más lentos de lo usual.

La siguiente imagen es de mí mismo mirando a mi lado izquierdo. Allí estaba una señora en "pants". Acababa de chocar, ocasionando una carambola de, fácil, 4 ó 5 coches (autos). Había un taxi entre ellos por supuesto. Y de pronto estaba ya sentado, diseñando mi logo de hoy. Quedó bien. De hecho, lo abrí hace unos minutos para verificar si estaba bien. Y así fue. ¡Estaba bien!

Subí a mi ex-oficina (la que está en el cerro). Bajé el material para la junta de mañana. Y ahora espero que la clase de marketing político entre a mi cabeza como por infusión (algo así decía un punto de camino).

Hoy, así las cosas, fue un día corriente en la vida de un pequeño joven emprendedor: desiciones al azar, colores por doquier, locaciones de oficina, imágenes y sonidos, futbol (por cierto, qué mal partido el de hoy)... y nada... sigo con mi crisis editorial (si es que así se le llama).

06 febrero 2009

cero, uno, ochocientos

A veces me siento como encerrado en el mundo de las computadoras; como encapsulado en mi propia matrix personalizada... un espacio vacío en el que nada más estoy yo y una serie de figurillas que pretenden ser personas, pero que son sólo lo que quedó de ellas.

Esas figurillas se esconden en cajones distintos. Y van apareciendo en cuando hago click allí en el contenedor.

Unos contenedores son muy nuevos, recién construidos, y permiten la entrada a grupos selectos. Otros, piden reunir ciertos requisitos para entrar, como la mayoría de edad o tener alguna nacionalidad. Otros son abiertos y libres.

He intentado mantenerme en contacto con las personillas de los primeros cajones, de aquellos que tengo más a la mano. Pero, justo cuando la dinámica del conocimiento mutuo comienza, desaparecen como la sal.

Quiero salirme de este mundo en donde nadie es sincero. Quiero estar allá afuera, en donde todo es permanente y nada fugaz. Allá en donde está el sonriente guardia de azul -ese mismo que multó a las sampetrinas aquel día-. Quiero que retiren esas cámaras de este rostro, que solloza por dentro porque no encuentra la realidad.

05 febrero 2009

plog-moniciones

Hace unos días descubrí una nueva palabra; una que nos define: plog.

Entre los múltiples sentidos que aparecen en la Wikipedia está el siguiente: Plog, a 'poem blog'. Plog, un 'blog poético'. Viene, me imagino, de (P)oetry, y (LOG) diario. Así, es un diario de poesías.

Esa es la clasificación de este blog: ¡es un plog!

Ploggéate con premoniciones.

03 febrero 2009

mi acordeón

Esta tarde que llegué a mi casa, mi acordeón ya no estaba, ¿alguien lo ha visto? Me puse a dibujar mapas mentales en pequeñas hojas, que me ayudaran a vislumbrar -recordar- el tamaño del mismo o lo que había en él. Allí, seguro, había desarrollado un nueva nueva premonición. Ahora ya no la recuerdo.

02 febrero 2009

Los polis (distintos de las 'polis' griegas)

Plutarco Reyes salió de su casa a las 5.23 am.

Su esposa le había preparado un licuado con fruta y almendras -ese que a él le gusta-, y lo puso en un termo de la campaña política de Maderito para alcalde de Monterrey.

Plutarco vive en una ranchería por la Huasteca. Tomó la 29 y llegó poco después de las 6.00 a recoger su moto y su caso. El uniforme, ya lo traía puesto. Él ya sabía cuál era su misión: por la mañana daría rondas por Vasconcelos, a mediodía se detendría en los tacos del Mode (los que están al lado de la Iglesia del Mater, en la que todos se quedan afuera), y en la tarde, su puesto sería Alfonso Reyes, entre Bosques y Lomas del Valle.

Plutarco multó, ese mismo día, unas 34 jóvenes regias. 23 de ellas dieron mordida, 5 repelaron hasta el llanto, las restantes escaparon.

Plutarco regresó a su casa a las 7.34 pm. con una sonrisa pero estaba triste.

26 enero 2009

mañana llueve en Paris

Ahí donde las montañas pierden su cuerpo, ahí donde ya no hay más vida vegetal y la tierra toma un rubio color, ahí, en el desierto estoy yo, sentado.

Y miro hacia todos lados. Y mi soledad me abruma. Ahí estoy sediento de todo pero basto de creatividad.

Tomo entonces la pluma que traigo en el bolsillo de mi chamarra y dibujo símbolos mayas de S.O.S. –aquellos que aprendí en la primaria-. Su fuego arde tan intenso, que me deja ciego por unos minutos. Pero, después de ese penetrante dolor, recupero una vista perfecta.

Ahí arrojo mis lentes, los golpeo y salto sobre ellos. De pronto todo mi cuerpo toma energías cósmicas. Y corro más veloz que un jabalí.

Ahí comienzo a percibir un miedo externo, como si un nuevo sentido despertara en mí. Y me acerco a lo que parecía una tormenta de arena. Ahí está, en medio, un pequeño niño. Sucio. Está temblando. Lo sostengo en mis brazos y lo llevo lejos, a lo que, según, era mi hogar.

Su miedo había consumido la pizca de irritación que corría por mis venas. Arribamos al lugar. Sujeto al pequeño niño, le ayudo a limpiarse.

Y descubrí que era yo mismo.

Impresionado, salí al desierto de nuevo. Y comenzó a llover.

18 enero 2009

Aún

Nos dimos cuenta que la razón nos guarda secretos y que, aún, los secretos de la razón no son tan misteriosos ni oscuros; pero tampoco claros o discretos.

Ella, la razón, nos reveló que una rosa es una rosa; que el mundo está triste; que Dios existe y que la lógica pronto perdería sentido.

Pero no le creímos. Salimos corriendo y más bien confiamos en lo que los latidos del corazón nos dictaban como en clave morse.

Esta mañana, bajo mi almohada, encontré un recado firmado por ella. Decía: "En breve, desaparecerá la ansiedad por agradar, no existirá más la necesidad de acumular bienes o fama, jamás sentirás de nuevo la urgencia por mostrar el propio valor: la razón."

Y luego miré arriba. Estaba rodeado de personas con celular en mano.

17 enero 2009

Desperté, desperté...

“Desde el valle de las lágrimas, desde Gaza bañada en su sangre, una sangre que ha sofocado la felicidad en el corazón de un millón y medio de habitantes.”

“Lo que veis en vuestras pantallas de televisión y lo que oís no es en absoluto todo el sufrimiento real por el que está pasando nuestro pueblo de Gaza. Ni la televisión ni la radio pueden transmitir en toda su amplitud lo que está pasando en nuestra tierra.”

“El asedio de Gaza es un huracán que crece por momentos hasta convertirse en un crimen contra la humanidad. El pueblo de Gaza hoy, lleva su tragedia al juicio de la conciencia de cada hombre "de buena voluntad".”

“Nuestros niños viven en un estado constante de pánico y terror, y esto les hace enfermar. Esto y la falta de alimentos, la mala alimentación, la pobreza, el frío...”

Y cuando despertó, el hombre se dio cuenta que había acabado consigo mismo.

Las citas son del padre Manuel Mussalam, párroco de una iglesia en Gaza

09 enero 2009

ache, ene y griega

Especular sobre si los juegos de azar por internet serán legales; si los mundos virtuales aumentarán o se unificarán accidentalmente con la realidad; si el formato blu-ray (o como se escriba) le ganará finalmente la batalla al dvd; si un extraño planeta atacará la tierra; si Hillary asesinará a Obama con un tenedor; o si, de pronto, nos dirán que la crisis era una broma o un nuevo atentado terrorista...

Acá eso no. Acá... mejor hablamos (hemos hablado, hemos especulado) de los viejos, de futbol o de más futbol. Acá, nuestras premoniciones van sobre albercas de pelotas, el mundo del periodismo, y hasta la muerte.

Y hoy, me dieron ganas de recordar en lugar de preconcebir; de optar por las memorias en vez de por las premoniciones. Hasta intenté cambiar por un día el título del blog, que dijera MEMORIAS, pero entonces nadie daría con la página e incluso todos los links comenzarían con fallos. Y eso, "no está cool" como dicen por ahí.

Mejor quedémonos con éste y con los mejores deseos del año, del "ache, ene y griega". Dicen que será bueno después de todo (de hecho dicen lo contrario, pero no pelen mucho a mis amigos periodistas... a veces -siempre- hablan de más). Al dos mil nueve yo lo veo lleno de oportunidades, de retos, de alternativas; lo veo lleno de golpes por delante y por detrás, pero golpes vistos desde los ojos de un masoquista. Yo pedí la paz mundial, un perro, que se acabe el calentamiento global, éxito en el trabajo y algo más.

Les deseo un año feliz y lleno de premoniciones.