Ahora que volvimos a clases, la ciudad es un verdadero hormiguero -al menos desde la perspectiva de Joel Sampayo o Google Earth. Y, así como las hormigas llevan en sus espaldas el peso de los granos que las alimentarán en invierno, así nosotros llevamos el peso del padecimiento que nos regaló la posmodernidad –o la modernidad-: el estrés.
Pero no quiero hablar del estrés –demasiado trillado-, ni del inicio de clases, ni de las hormigas. Quiero hablar de las enfermedades que trajimos (y contrajimos) con nosotros después de las vacaciones. Porque si bien la influenza AH1N1 parece ahora un fantasma –no lo es, créanme-, también es cierto que existen otras enfermedades veraniegas (las intoxicaciones alimentarias, diarreas, insolaciones, conjuntivitis, picaduras de insectos, infecciones de las vías respiratorias o muchas más).
Cuando pienso en estos malestares contagiosas al contacto, cuando pienso en la influenza, me imagino irremediablemente un gran juego de voto (o boto). Aquél con el que pasan –pasaban, pasábamos- las horas los infantes. Es, según mis encuestas, el tercero después de las escondidas –que es el favorito de los niños-, y el Billy bulldog -que quizá sea más local, pero no por ello menos favorito-.
Algunos niños quisieran que existiera un tapabocas a la hora del juego; algunos de nosotros desearíamos que el tapabocas fuera un verdadero protector.
¡En fin! Hablando así, se puede decir que “las traigo”, que a mí ya me tocó. No sé aún si es influenza o alguna de esas otras venganzas del verano, lo que sí sé es que comenzó el domingo en el cine y que aún hoy no termina.
También sé –acabo de hacer la cita- que el médico viene a verme. Así que, no se apuren, pronto sabremos qué fue.
Estoy preparando mi discurso inicial para el diagnóstico. Creo que comenzaré diciendo algo así: Mire doctor, empecé con un ligero dolor de garganta y un poco de sueño, que se convirtió, ese mismo día, en un cansancio autoritario. Tanto, que tuve que dormir temprano –más que lo usual-. Por la noche hubo escalofríos, sudor, molestia muscular. Amanecí sin garganta –explotó mientras dormía-, luego sólo malestar general y un poco de tos. ¿Fiebre?, no sé, ¿calentura?, creo que poca... y continuaría.
Me han preguntado varias veces si es influenza... sobretodo después de ponerlo en mi "status". Pues, a todos los que preguntaron, ya lo veremos. Por ahora lo único que quiero es terminar este juego, que ya me cansé.
Comencé diciendo que la ciudad parecía hormiguero. Y, ¿por qué no podemos, como ellas, soportar el peso de los días, de las responsabilidades, el de nuestro propio cuerpo siquiera?
Te recomendaría un buen masaje, jaja curaa muchos malestares!
ResponderEliminarGuey! Cúrate!
ResponderEliminarBtw, llego el lunes.
ps suerte wey! En verano me enfermo más que en el invierno! pero un chingo más
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