01 septiembre 2009

De una sentada...

Les recomiendo un documental. Es breve. Les tomará unos 6 ó 7 minutos de su tiempo.

En él, el director nos presenta una composición de imágenes en blanco y negro, todas mostrando consecuencias -humanas principalmente- de la tragedia de aquel 26 de abril de 1986; historias de las víctimas del cruel suceso.

Es en definitiva un cuestionamiento a la humanidad: ¿cómo es que, como decía Hobbes, el hombre ha llegado a ser el lobo del propio hombre?, ¿en qué momento nos hemos vuelto el arma más letal de nuestra sociedad? Y debate mientras muestra niños deformes, con burbujas gigantes atadas a las cabezas o a las espaldas inocentes.

Y, aún así, esos niños no han dejado de ser niños. Y miramos sus juegos, sus alegrías, sus angustias. Las impactantes imágenes se siguen una de otra mientras el director las narra. Niños que no caminan, que comen en el suelo. “Como si fuera otra raza” –narra. La misión de estos pequeños seres humanos es, simplemente, sobrevivir.

Es una mirada menos ingenua a la realidad: en Chernobyl la cantidad de material radiactivo liberado, 500 veces mayor al de la bomba de Hiroshima, causó y sigue causando enormes enfermedades y muchas muertes. De hecho, el informe del Fórum de Chernóbil estimó que el número total de víctimas que se deberán al accidente se elevará a 4000.

Llama la atención la claridad con la que el director maneja la temática, sin pretender tomar alguna posición política. Las fotografías logran admirables contrastes que, junto con la música, comunican una tensión y una turbación interesante.

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