31 diciembre 2008

nuestra generación


"Y, ¿cuáles son las características de nuestra generación? si se puede hablar de una "nuestra"" -nos preguntamos los cuatro.

Al último que escuchamos hablar del término, así generalmente, fue a Pepsi, con ese slogan tan sonado: "la bebida para la nueva generación". ¿Qué generación?, yo les preguntaría a los mercadólogos que generaron esa campaña, ¿qué especies meteremos en una categoría generacional?

Hablan de la "Generación Why", de los "Millenials", de los "Internet Generation", los "Google Generation", "iGeneration", etc. En ellas la televisión (sus contenidos), el internet, el terrorismo, y la desintegración familiar son elementos comunes.

No quiero que "el cambio de milenio" me identifique, pero a la vez es inevitable, no puedo salirme de esta burbuja socio-histórica-cultural. Creo que somos más que un conjunto de elementos y sucesos historicos con los que definitivamente nos identificamos, pero no nos determinan.

Me gusta pensar en nuestras fortalezas, las fortalezas de nuestra generación. Las hay.

Terminamos la cena con unas cervezas bien frías. Acordamos que nos veríamos otra vez.

24 diciembre 2008

estrés prenavideño

Se acerca la nochebuena y, mientras llega, el nerviosismo invade las conciencias -la vida entera, quise decir- de las personas. Parecería que la energía positiva brota hasta las 12; sólo entonces la gente saca la mascara alegre de su bolsillo y se olvida del estrés prenavideño.

Y es que nos da miedo "vernos mal" en Navidad; nos da miedo que ya no nos quede la ropa para estas fechas; haber gastado más de lo suficiente en regalos o no haber comprado lo que teníamos qué; decidir “con qué familia toca”; quién va a llevar qué; y mil “provocaciones” más.

Entiendo poco esta crisis. Más bien la alegría tendría qué ir acumulándose hasta no contenerse, y estallar a las 12.

Yo les dejo con un video:


22 diciembre 2008

Gigante verde

El montañismo es uno de los “deportes” más relajantes que existen.

Lo pongo "entrecomillas" porque, de escucharme José Manuel, indicaría que es mucho más que eso, “es una forma de vida –diría-, de ver el mundo que los rodea”.

José Manuel es algo así como el perfecto paradigma del guía de montaña: botas, calcetín alto, shorts, camisa a cuadros, barba y gorra. Él dirige un grupo de alto montañismo. ¿Su frase? "Yo soy de la alta montaña. Allá arriba soy, acá abajo sobrevivo." -Evidentemente no es literal-.

De vuelta a casa, José Manuel charlaba de eso y de otras cosas con Fátima, mientras que yo -en mi mononeuronalidad- pensaba en la excusa que daría a mi madre cuando viera el estado en que llegaba yo a casa. “¿A dónde te metiste?” estaba seguro que iba a exclamar. Pero llegué y no había nadie. Sólo Santiago, que estaba enfermo e inexpresivo. Tuve qué señalar el lodo en mis pantalones y en mi cabeza: “¡mira!, ¿no ves?, ¡mira cómo vengo!”.

Y es que subir el Cerro de la Silla, ese gigante verde, no es cualquier cosa (si no me creen, pregúntenle a Jimenita o a su “¿cuánto falta?”, que comenzó a los 5 minutos de haber comenzado a subir).

Yo no dudé en mi “grandiosa” habilidad de montañista y de mi “amplia” experiencia en los deportes de altura. Además, dije, como tengo buena condición física, no creo tener problema alguno. (Quien me conozca sabrá que un porcentaje de la anterior oración es absolutamente falso. Continuemos).

Bien. Tomé mi mochila, me hice mi torta, un breve desayuno y en eso ¡Jamiroquai!, ¡mi celular! Era Fátima: “cómo vas, ¿listo?” y yo, fingiendo mi estado modorro “sí… este… ahora salgo”.

6.00 de la mañana.

Batallamos un poco para dar con el punto de partida -pequeño inconveniente-; prometimos utilizar Google Maps para la siguiente ocasión; llamamos a José Manuel y nos clarificó el camino: "vuelta en 'u' en el alto parpadeante, y, en la primera, a la derecha".

Estábamos listos para salir poco antes de las 7.00 am.

La primera mitad fue sencilla. En la carbonera perdimos a nuestros primeros hombres. El ánimo general, sin embargo, era positivo. La "moralidad" -como dicen en los libros de historia- era alta. Y así fue hasta la cima. (Quizás unos 20 minutos antes de llegar al pico pedí como 32 veces un descanso, pero, fuera de eso, la subida fue espectacular. Además, la conversación -una compartida- en el camino lo hizo mucho más corto).

La llegada a la cima fue inesperada. De pronto vimos a Juan Manuel detenerse en un punto y comenzar a felicitar a todos. ¡Ya estábamos ahí!, pero la neblina impedía ver a más de unos metros. Nos sentamos a comer y en poco tiempo comenzamos el descenso.

Acá salimos (quizás salimos sea mucho decir, yo apenas salgo muuuy, muuy al fondo) en video: http://www.youtube.com/watch?v=IQ1kISmTbMw

Al minuto tres, una vez en "la bajada", pequeñas gotas de lluvia se dejaron ver entre las rocas, sobre ellas, en la tierra y en nuestros hombros: estaba lloviendo. Eso implicaba dificultad para bajar. Los resbalones empezaron poco tiempo después y, con ello, las rodillas a temblar. Llegó un punto en el que me desplomé, cual lagarto, en el suelo. El guía trasero (tiene un nombre también, pero no me lo recuerdo) no me decía nada. Sólo llamó por radio a Juan Manuel, quien me rescató.

A decir verdad perdí la moralidad al punto en que perdí mi apuesta. Yo juraba que faltaban 23 minutos, cuando, en realidad, faltaban como 2 horas de resbalones y hortiguilla -creo que así se llama esa planta que arde y envenena-.

Poco tiempo después de desfallecer y revivir estábamos abajo, victoriosos y con un frío de miedo. Pasamos el túnel y pisamos pavimento. Miré de reojo el cerro. "Ahora te respeto", me dije.

Y apagué la luz.

15 diciembre 2008

Era de las pantallas, LA (blockbuster style)


Hoy me siento mareado. Son las pantallas, que me provocan este mal. Éste y muchos otros. Amanecí perfecto, pero llevo -hasta este preciso momento en el que te escribo- más de 10 horas frente a ella. Y ¿ella?, ella sólo me mira. Hoy no me quiere hablar; hoy se queda callada. Porque decidió manifestarse con lenguaje no verbal -como diría Josefina-.

Lo peor es que nadie me obliga. Ella sola y sus colores; ella y sus pixeles, su pequeña manzanita en la garganta. Ella, me atrae. No me le puedo despegar. Guardo no más de unos centímetros de distancia. Y así nos comunicamos. Todo el día.

Se convierte, ella, la pantalla, en un problema. Porque luego intentamos encontrar en la realidad -sacárselo a la fuerza- lo que sólo ella nos puede dar. Porque, eso sí, la primera, la pantalla, nos acostumbra y luego se marcha. Se apaga.

Queremos que la realidad nos de ese mismo color; ese movimiento. Es impresionante cómo preferimos la violencia -quedarnos mirando un choque que acaba de ocurrir-, que el amanecer. Y perdemos de vista lo impresionante de nuestro mundo. Ella, la pantalla, tira un ancla a nuestras pupilas, y las deja electronica o magnéticamente atadas -cualquiera de las dos, escojan-.

Yo tengo una vista impresionante desde mi oficina. A veces paso sin cuidado. Y a veces, yendo sobre la carretera, no miro más que a las montañas, a ese valle impresionante lleno de luz. A veces sólo me fijo en las hojas, que caen de los árboles lentamente, y en su movimiento; fijo mis ojos en las nubes, con sus borregas formas; miro el reflejo del sol.

A veces quisiera quedarme todo el día mirando a mi Monterrey, en lugar de ella, la pantalla.

11 diciembre 2008

oh muse, tell me...

Tell me, Muse, of the man of many ways, who was driven far journeys, after he had sacked Troy's sacred citadel. Many were they whose cities he saw, whose minds he learned of, many the pains he suffered in his spirit on the wide sea, struggling for his own life and the homecoming of his companions.

—Homer 8c

07 diciembre 2008

la cité

Hoy volví de la ciudad de México. Ella -la ciudad, la metrópolis- me trató excelente: grandes risas, momentos para recordar y nobles recuerdos -valga la repetición de palabras-.

Se generaron miles de posts en mi cabeza pero, ¿cuál de ellos escoger para redactar? Irán saliendo en la semana y hasta fin de año. El DF, con todo y sus DFectos, es una bella ciudad: hay qué descubrirla, pero lo es.

Escribí así de México (chilango) casi cuando iniciaba el blog.

04 diciembre 2008

un sobrecito de te

Ella sólo se fue; sí inesperadamente. No dijo nada. Salió enojada –inmensa- pues le habían echado leche entera, en lugar de light.

Yo, no podía creerlo. Me quedé como pasmado, ahí parado en mi individualidad –había amanecido disperso desde la mañana. Y recordé a mi maestra de redacción, segundo semestre en Filosofía, “una oración se compone de sujeto verbo y complemento.”

“Señor, señor… ¿qué va a pedir?”, ah, lo siento ehm… quiero un té verde con limón alto, y un moka frapuccino venti. Me subí a mi coche. Abrí la guantera y coloqué el café y el té.

Ella llegó a su casa, se sentó a la mesa y no dijo una sola palabra. Su madre se quedaba mirándola. No se decían nada.

Comencé a escuchar el claxon del auto de atrás. El semáforo estaba en verde. Avancé. No estaba presionado. Bajé las ventanas del coche. De cuando en cuando miraba de reojo al café y al té, que debían mantener su postura.

La madre comenzó su ensayado discurso. Ella, la niña, hizo una seña muda, como si volteara las páginas de un libro. La madre le pasó su libretita.

De pronto me topé con un camión de carga, que estaba subiendo lentamente. Yo iba bien, pero él me hizo la seña (direccional + mano que hacía indicaciones de que lo rebasara). Y lo propasé en un nervioso arrancón.

Ella. Ella comenzó a llorar.

Y el té de limón cayó en la guantera.

03 diciembre 2008

Electrifica al mundo diplomatico (del NYT y el Universal)


Electrifica al mundo diplomático la designación de Clinton

Elegida por el presidente electo Barack Obama para ser su sercretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton cuenta con un currículum un poco ligero en comparación con sus predecesores.

The New York Times*
El Universal
Washington, D.C. Miércoles 03 de diciembre de 2008
08:21


Hillary Rodham Clinton no habla ningún idioma extranjero, pero ha visitado 90 países. Nunca ha negociado un acuerdo entre dos partes en guerra, pero un discurso que ofreció en Beijing en 1995 sigue siendo citado por activistas de los derechos de la mujer en todo el mundo.

Seleccionada por el presidente electo Barack Obama para ser su secretaria de Estado, Clinton tiene un currículum en muchas formas más ligero que el de sus predecesores. No porta las décadas de conocimiento académico y político que Condoleezza Rice llevó al trabajo, ni la sapiencia militar de Colin L. Powell, o siquiera la experiencia de Warren Christopher como subsecretario de Estado.

Tampoco tiene la clase de relación cercana con su jefe que tuvo James A. Baker III. Ni la credibilidad de Madeleine K. Albright o Henry A. Kissinger, cuyo mismo lugar de nacimiento --Praga y Baviera-- les daba un aura de sofisticación que agregaba lustre a sus credenciales diplomáticas.

Y sin embargo, la selección de Clinton ha electrificado un mundo diplomático en el que los funcionarios pueden ahora tener la expectativa de sentarse frente a frente con una ex primera dama y candidata presidencial estadounidense, con todo el drama que conlleva la historia de los Clinton.


.... sigue en http://www.eluniversal.com.mx/notas/560102.html