Estoy atolondrado con los últimos cambios. Disculpe usted, pero ya no me da más mi juventud. Parezco y padezco la piel de un viejo camaleón, que se ha cansado de cambiar de color. O, no sé, me siento como un parque de diversiones que se ha esforzado por seguir en pié, pero fracasa después de tantas vueltas.
No bastó con que Obama o Rodrigo Medina salieran victoriosos; no, con que tocáramos fondo como cinco veces (me refiero a la crisis económica); no bastó tampoco con la influencia, ni con la influenza; no bastó con la muerte de Farrah o Michael Jackson (ni con todos los chistes que surgieron al respecto / que en paz descansen, por cierto).
Y es que, en verano, a la gente le ha dado por cambiar. Parece cierto eso que Heráclito dijo sobre el mundo -este fuego eterno que se enciende y se extingue según medida-. (Lo digo por el cambio, no por el fuego. Aunque, con estos calores, es probable que aplique el cambio y el fuego.)
¿Qué pasa?, ¿estará de vacaciones la razón?
Yo sólo quiero improvisar un poco e ir un paso adelante; que me cedan un poco de intuición. Quiero preguntarle al mundo cuál es su medida. Y quiero que me responda.
Por ahora sólo me quedan estas premoniciones.
Quiero comentar algo pero no sé qué decir. ¿Puedes ser más específico? Esto parece 'Glympses of spleen' de mondoli.blogspot.com (digo, no es que me esté promocionando aquí :D)
ResponderEliminarY diría Cratilo que no nos podemos bañar ni una vez en el mismo río.
ResponderEliminarNo te preocupes llegada la rutina terminaran todos tus problemas extraordinarios y se convertiran en preocupaciones vivamente ordinarias,(True Story).
ResponderEliminaréste invierno viene frío y húmedo, a apagar el fuego ese. va a ser tiempo de ir al Potosí.
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