El futbol es, según algunos, "el" deporte. Ya escribí alguna vez -ver abajo- sobre éste, no es mi intención repetir un tema que, además, no es mi pasión. Pero un fenómeno que sí que me atrae es la pasión de las personas hacia un deporte como cualquier otro. No he visto nunca una persona tan encendida en cólera como en la cancha.
En la cancha he visto -lo dije arriba en broma, pero ahora lo digo en serio- golpes, he visto gritos, sangre, abucheos, varias peleas, verdaderas carnicerías; a la gente salirse de sus "casillas". He visto, más que futbol, espectáculos estilo coliseo en donde, en veces, lo que queremos es otra cosa que el futbol. El futbol termina siendo siempre bronca.
Hace poco comía en un restaurante con algunos amigos, y notamos que la gente prestaba atención a la televisión, más que a sus propios acompañantes. Uno a uno fuimos revisando a todos los individuos que, de cuando en cuando, miraban de reojo a la pantalla. No era futbol, se trataba de un deporte gringo, entre lucha libre y pelea greco-romana, en donde dos tipos en calzoncillos pelean hasta que el primero se desmaye.
Quizás encontré automáticamente varias similitudes con el futbol.
1. La gente en las tribunas fuera de control
2. Golpes como parte del espectáculo
3. Apuestas en torno al ganador
4. Cerveza y otras bebidas embriagantes (quizás todos los deportes tengan este punto en común...)
5. Mujerzuchas
6. Sangre
7. Desmayos
8. Un ganador y un perdedor
Por eso mi tesis es que es más sano el arte, que el futbol.