29 abril 2007

solitaires et complices

Me desagradan los "postes" con cara de diario (es mera opinión: lo digo sin tener una radical posición contra los mismos). Lo digo. En México lo anecdótico pasó de moda hace mucho tiempo. Lo dije: dejemos las anécdotas para alemanes o fineses. Diría. Tuve hoy una vuelta al Marco (lo hago esta vez sin buscar una justificación, no la hay). Y diré. Una disculpa por los días de espera. No hay remedio. El tiempo pasa rápido. Vuelvo. Miré dos exposiciones que me iluminaron (repito sin más poesía). La primera de un chileno, Claudio Bravo. Genial. El sabor de Marruecos y los tonos realísticamente vivos me llevaron a lugares que nunca pretendí visitar. Telas, empaques, cordones, naturaleza muerta (pero viva), retratos, en donde la luz interna y externa (la última estratégicamente ordenada quizá), juega el papel principal. El llamado "hiperrealista" captura la realidad (una muy suya, muy colorida) en sus obras sin ningún intermediario. No es necesaria la fotografía ni la pose. Lo mejor: él sólo y su cabeza reproducen los objetos, la luz, el sonido incluso. "Sus retratos son magia", decía un expectador a mi lado. Y todo en óleo, pastel o carboncillo.
La exposición que presenta en Marco busca establecer un vínculo entre el trabajo del
artista y la forma en que miran las personas. Por ello, a lo largo de la museografía se
incluyen textos del poeta judío Edmond Jabès, quien creía que se está con las cosas
incluso antes de mirarlas, de concentrarse en ellas y, al acostumbrarse a su resencia, éstas se disuelven en la cotidianeidad.
Rescata, el chileno, mi concepción (y la de muchos otros) de que en la actualidad no hay arte. Lo rescata con las cosas más ordinarias: "la quietud de una vasija, la tersura de una tela del anonimato, otorgándoles otro nivel de mirada más profundo y reflexivo, igual que ocurre con sus
personajes, quienes incitan a la imaginación a reconstruir la historia tras el gesto", dice la explicación que se tiende en las paredes del museo. Sigo: sublime es también la poesía de
Jabes que acompañaba la obra. Pongo un fragmento ("es que me intereso") de Edmond Jabés. Lo pongo en francés por los que recelan.
Dans le miroir de ma salle de bain, je vis apparaître un visage qui aurait pu être le mien mais dont il me semblait découvrir, pour la première fois, les traits.
Visage d'un autre et, cependant, si familier.
Groupant mes souvenirs, je retrouvais, à travers lui, l'homme avec lequel on me
confound mais dont je suis seul à savoir que, de tout temps, il fut, pour moi, un étranger. Brusquement, le visage disparut et le miroir,
ayant perdu sa raison d'être, ne refléta plus que le pan de mur, lisse et blanc, qui lui faisai face.
Page de verre et page de pierre, dialoguant
entre elles, solitaires et complices.
La traducción no es mía. La pongo también.
En el espejo de mi cuarto de baño vi aparecer un rostro que hubiera podido ser el mío, pero cuyos rasgos me parecía descubrir por primera vez.
Rostro de otro y, sin embargo, tan familiar.
Juntando mis recuerdos, encontraba a través de él al hombre con el que me confunden, pero del que soy el único en saber que, desde siempre, fue para mí un extranjero.
De repente el rostro desapareció y el espejo, perdida razón de ser, ya no reflejó sino el trozo de pared, liso y blanco, que se encontraba enfrente.
Página de cristal y página de piedra, dialogando entre sí, solitarias y cómplices.


1 comentario:

  1. Oye, pues entra a mi blog, que no trae ya tanta anécdota, sino un poco más de las canciones y su sentido.
    ¡Entrele!

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