17 septiembre 2006

carnívoro

Hace algunos días, mientras construíamos digitalmente un laboratorio en clase de Bases de la Información, comencé a rondar por la página del Discovery Channel. Me arrebató especialmente un imperceptible artículo que se llamaba –no soy exacto-: "Insectos: la comida del futuro."

Decía algo así:

"...cada día estamos más seguros de que los insectos serán esenciales para la prolongación de la especie humana, en especial por su valor alimenticio."

"¡Claro!", dije yo, recordando una pieza que todos tenemos desde pequeños en la cabeza: "Hakuna Matata, una forma de ser"

"¿Se puede comer insectos? -continuaba el artículo- Quizás sin saberlo, los consumimos todos los días. La Dirección de Alimentos de los EE.UU. (FDA) admite, por ejemplo, hasta 75 trozos de insectos en 55 mililitros de chocolate caliente, y hasta 60 pulgones en una porción de brócoli congelado. Son sólo dos ejemplos entre cientos."

En ese momento, comencé a sonreírme hasta llegar a la carcajada escandalosa. Las compañeras tornaron sus monstruosas miradas hacia mí. Yo, perturbado ya, sólo dije en voz alta: "…un artículo". Regresaron todas a sus posiciones.

Y continué: "Hay unas 2.000 especies de insectos que (debidamente limpiados y preparados) el hombre puede ingerir sin problemas: abejas, hormigas, piojos, moscas, grillos, de todo."

A esta altura, yo recordaba a un gran amigo que viene de vez en cuando por aquí por mi casa. A él le interesan especialmente este tipo de cosas. Pensé en memorizar los datos del artículo para luego decírselos jugando al intelectual.

Este es el instante en donde el artículo verdaderamente se pone serio: "Según la Biblia, San Juan Bautista sobrevivió en el desierto comiendo saltamontes y miel salvaje. A Aristóteles le encantaban las cigarras. Las termitas asadas son el plato predilecto de muchos africanos. En las calles de México es común ver consumir chapulines (langostas) y chinches tostadas. En Argentina, los indios guaraníes ingieren larvas de escarabajos. Y así, en todas partes del mundo."

Yo me pregunto: ¿En dónde leíste que Aristóteles fantaseaba con comer cigarras?, me gustaría ver la fuente. Y luego, ¿es verdad que en las calles de México vemos consumir a los mexicanos chapulines y chinches?


Efectivamente el artículo perdió un poco su peso y seriedad.

Si fuera verdad que "los insectos tienen el doble de proteínas que la carne de vaca o de ave". O que "se aprovechan mucho más". O incluso que "brindan calorías y no colesterol", además de contener "sales minerales, calcio, magnesio y vitaminas del grupo B", por qué si abundan, son fáciles de recolectar y de criar, de conservar y de cocinar, entonces ¿por qué no los comemos de hecho?

La respuesta es sencilla: son asquerosos. ¡Es absurdo! La comida es algo más; la comida es toda una ceremonia que algunos incluso llaman arte: ¡no puede debrayar en los insectos! Estaríamos enfermos.

Yo confieso que seguiré siendo carnívoro toda mi vida.

PROVECHO!

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