03 marzo 2007

¿les ponemos nombre?


No sé qué sentimiento es peor, (1) aquel que viene cuando uno comienza a escribir sin tener ni un segundo "libre" o (2) el de estar en el filo de una montaña, listo para rapelear.

El primer sentimiento hace que el líquido en la cabeza (que regularmente tiene una temperatura de 25 grados) se caliente -sube de cuatro a veintitres (grados) dependiendo de la persona-, y, como inmediata consecuencia, germina un ligero dolor que puede acrecentarse según el tiempo al que esté sometido el propio individuo en cuestión.

Es, éste mismo, una especie de angustia -hoy le llaman estrés- que te domina de inmediato y no te suelta, en veces, hasta altas horas del día o de la noche.

El segundo sentimiento es "distinto pero igual" de intenso (me refiero a distinto en clase, pero igual en intensidad). Éste hace que las manos comienzen a sudar (se trata de un sudor frío, no es el mismo que suele tenerse en un día calouroso), la cabeza en blanco y las piernas a temblar sin control. "Eso les pasa a todos, dicen los que enseñan ese "quasideporte"- pero se puede superar: ¡adelante!".

Es, éste segundo, otra especie de estrés. Es como confiar ciegamente en una pareja que te ha manifestado amor por otro.

Los dos son sentimientos, los dos son -quizás- especies de estrés. Me gustaría poder llamarlos por su nombre. Así como digo: "estoy feliz" o "me siento cansado", querría poder expresar "me siento rapeloso" o "aprisonado-por-el-timepo-cuando-empiezo-a-escribir".

NOTA: Éste post es parte del movimiento que Mondoli está promoviendo acerca de describir los sentimientos.

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