Salgo fuera de la ciudad y me retiro; ya me arde el cerebro de impaciencia. Este verano también necesita de días de silencio; ya los suplica como niño de calle. Me voy a un lugar llamado Los Pinos, cerca de Saltillo. Es un bosque ficticio en medio del desierto; unas cabañas en medio de la nada y de la autopista. Es, quizás no en el sentido más literal, como un oasis artificial. Probablemente después de esta semana el presente blog recupere (me atrevo a asegurar que alguna vez lo tuvo) algo de creatividad (no creo que la haya perdido del todo). Los más grandes genios, lo sabemos, generaban inventiva en la contemplación. Y no es que en la ciudad no se pueda contemplar, pero sí que el ruido afecta. Yo creo que Aristóteles o Platón, o cualquiera de estos sabios, lo fueron por que no tenían los estrépitos que ahora tenemos.
Algo inspiradores son, aunque no eliminan del todo el ruido, los cuentos que he estado leyendo en los últimos días. Se trata de nuestro amigo Reyes; de ahí la biografía copiada en inglés de la Wikipedia. Son interesantes, mas no lo mejor que "el regio" tiene. Algunos de los cuentos que están incluidos en la antología preparada por su nieta, no tienen ningún sentido explícito sino que son sólo juegos (que no fuegos) de palabras. Palabras del genio del vocablo, lucradas con una belleza comparable sólo a la de los grandes de la literatura de todos los tiempos. Dicen (y yo lo he repetido sin cansancio) que lo mejor de Reyes es su traducción incompleta de la Ilíada. Yo no la he encontrado. Hasta ahora, me conformo con éstos (estos cuentos). Ayer, mientras esperaba en el hospital, pude adelantar bastante en Reyes. Quizás también ya lo dije, y lo repito: Pavel decía que Reyes es el Platón o el Shakespeare del español. Yo lo recomiendo profundamente.
Es mejor retirarse cuando no tienes nada bueno que decir. Que te vaya bien y esperemos que regreses con nuevas ideas.
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