23 octubre 2006

Conclusión de "El lazarillo de la central"

(leer antes "El lazarillo de la central")

Quiero aclarar, ya continúo, que el término "central" es incorrecto. Hoy, junto a la loca de los lunes, descubrí el modo acertado de llamarle al lugar: "la terminal". Así las cosas, la historia presente debería llamarse: Conclusión de "El lazarillo de la terminal". Me disculpo. Creo que se entiende.

Continúo...

Para todo esto yo estaba perplejo: me parecía haber regresado en el tiempo; estaba como 100 años atrás. Todo eso pasaba por mi cabeza mientras esperaba el camión de salida. Ellos -el ciego y el lazarillo-, a mi lado, seguían conversando. Los interrumpí sin más: "¿tienes la hora?" -pregunté con cierta curiosidad, como ansiando comenzar un diálogo. El niño respondió: "no traigo reloj, perdone usted", y volvió con el anciano padre. Justo en ese momento me percaté que estaba al frente mío el camión correspondiente a la universidad. Y me fui.

La historia es verídica. Aún no resuelvo la razón de tanta sorpresa, entiendo que es el "simple-acontecer-diario" que queda fuera de la burbuja y de la rutina diaria de un común universitario.

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